Uno de los pueblos con más encanto de la Costa Brava es Llafranc. Situado junto a Calella de Palafrugell, con playa, un entorno natural envidiable y monumentos históricos, es un destino perfecto para pasar un día cultural y de relax. Yo lo he visitado en dos ocasiones cuando vivía en Barcelona y hoy te cuento qué ver en Llafranc y alrededores para que te puedas organizar una escapada a este bonito rincón de la provincia de Girona.

Qué ver en Llafranc en un día
Llafranc es una pequeña localidad costera de la Costa Brava perfecta para visitar en un día porque combina playa, naturaleza e histora. Ya en la época romana era un punto estratégico para el comercio y la navegación en el Mediterráneo, y durante la Edad Media fue un enclave habitado principalmente por pescadores, que aprovechaban su bahía resguardada para faenar y comerciar con otras poblaciones cercanas. Con el paso de los siglos, Llafranc mantuvo su esencia marinera, aunque sufrió ataques de piratas y corsarios, lo que llevó a la construcción de torres de vigilancia en la región para proteger a la población.
A partir del siglo XX, Llafranc comenzó a transformarse en un destino turístico de gran atractivo gracias a su belleza natural. Figuras destacadas como Salvador Dalí, Ernest Hemingway y Josep Pla quedaron fascinadas por su paisaje, convirtiéndolo en un lugar frecuentado por artistas e intelectuales. A pesar del crecimiento del turismo, la localidad ha sabido conservar su encanto original, con su paseo marítimo, su puerto y su playa de aguas cristalinas, manteniendo el equilibrio entre el desarrollo turístico y la preservación de su identidad histórica.
No te pierdas el post con todo lo que hacer en la Costa Brava
Playa de Llafranc
La Playa de Llafranc es una de las más emblemáticas de la Costa Brava, conocida por su arena dorada y sus aguas cristalinas de tonalidades azul turquesa. Ubicada en una bahía protegida, es perfecta para darse un baño tranquilo mientras observas el entorno natural que la rodea. En el paseo marítimo hay hoteles, restaurantes y cafeterías donde tomar algo o comer platos típicos de la zona, y puedes también practicar deportes acuáticos como el kayak, el paddle surf y el buceo.

Faro de Sant Sebastià
Desde la playa verás una colina repleta de pinos. Pues bien, te recomiendo mucho que subas hasta arriba, porque allí descubrirás el Conjunto Monumnetal de Sant Sebastià de la Guarda, donde puedes ver varias cosas. La primera, el Faro de Sant Sebastià.
Está situado en un acantilado a 169 metros sobre el nivel del mar y es uno de los más potentes de la Costa Brava, ya que su luz alcanza hasta 50 kilómetros de distancia. Fue construido en 1857, aunque la zona donde se encuentra el faro ha sido históricamente un punto estratégico y de vigilancia. Gracias a su ubicación privilegiada, desde allí tienes unas vistas impresionantes del mar Mediterráneo y de Llafranc. ¡Merece mucho la pena subir!
Si subes en coche, tienes aparcamiento en las calles aledañas, aunque también puedes subir caminando por las calles y tramos de escaleras que hay hasta la cima. Yo subí a pie y está todo bien indicado para no perderte. Detrás del faro hay también un antiguo hostal restaurado que ha sido transformado en el Hotel El Far y restaurante, así que puedes quedarte allí a dormir, subir a comer o simplemente tomarte algo para descansar de la subida.

Torre y ermita de Sant Sebastià
Detrás del mencionado hotel, llegarás a la Ermita de Sant Sebastià, construida en el siglo XVIII sobre una estructura anterior. Tiene una arquitectura sencilla, con una nave de estilo austero y un campanario que es en realidad una antigua torre de defensa. De hecho, la torre estaba antes y la ermita y el edificio del hotel son un añadido del siglo XVIII. Si la torre está abierta y puedes subir, te recomiendo que lo hagas para disfrutar de las vistas.

Poblado íbero de Sant Sebastià
Junto a la ermita, verás unas ruinas. Se trata del yacimiento arqueológico del Poblado Íbero de Sant Sebastià. Este asentamiento estuvo ocupado entre los siglos VI y I a.C. y perteneció a la tribu de los indigetes o indiketes, un pueblo íbero que habitaba la costa noreste de la Península Ibérica.
Las excavaciones han revelado restos de murallas, viviendas y estructuras defensivas que indican que se trataba de un enclave estratégico, tanto para el control del territorio como para el comercio marítimo con otras civilizaciones del Mediterráneo, como los fenicios y los griegos. Visitarlo es gratuito y tienes carteles explicativos para conocer un poco mejor su historia.

Camino de ronda de Llafranc
El Camino de Ronda de Llafranc es una de las rutas más espectaculares de la Costa Brava, con senderos costeros que conectan este pueblo con Calella de Palafrugell y Begur. Desde el complejo de Sant Sebastià y hacia el norte, el Camino de Ronda se vuelve salvaje en dirección a Tamariu y, más adelante, a Begur. Esta parte del recorrido atraviesa zonas de acantilados abruptos y calas recónditas como Aigua Xelida, con vistas impresionantes del litoral rocoso y el mar abierto. A medida que se avanza, el sendero te llevará a algunas de las playas más emblemáticas de la zona, como Aiguablava o Sa Tuna, antes de llegar a Begur, con su castillo medieval.
Hacia el sur, el camino serpentea junto a los acantilados y pequeñas calas escondidas, como la Cala del Cau y la Cala Pedrosa, antes de llegar a Calella de Palafrugell. Este pintoresco pueblo de casas blancas y playas de aguas cristalinas es también muy conocido en la Costa Brava. El tramo es relativamente corto y accesible, por lo que siempre encontrarás mucha gente paseando por allí entre un pueblo y otro.
Si tieens interés por los Caminos de Ronda, no te pierdas mi post sobre la ruta GR92 por la Costa Brava

Qué ver cerca de Llafranc
Como visitar Llafranc te llevará unas horas, puede complementar tu escapada con otros pueblos y puntos de interés cercanos. Aquí te dejo algunas ideas para hacerte un bonito recorrido por la Costa Brava central.
Calella de Palafrugell
Como te decía, siguiendo el Camino de Ronda hacia el sur llegarás a Calella de Palafrugell en pocos minutos caminando. Es uno de los pueblos más bonitos de la Costa Brava, conocido por sus casas blancas de pescadores. Este antiguo pueblo marinero ha sabido conservar su autenticidad a pesar del turismo, manteniendo su esencia mediterránea con sus pequeñas calas de aguas cristalinas y sus callejuelas estrechas. Además, a pocos minutos del pueblo se encuentran los Jardines de Cap Roig, un interesante jardín botánico.
Te cuento qué ver en Calella de Palafrugell en otro post

Palamós
Un poco más hacia el sur (puedes ir caminando por los Caminos de Ronda o en coche) está Palamós. Fundada en 1279 por el rey Pedro III de Aragón, la ciudad ha mantenido una estrecha relación con el mar a lo largo de su historia, siendo hoy en día uno de los puertos pesqueros más importantes de Cataluña. Su casco antiguo conserva el encanto de sus orígenes, mientras que en el paseo marítimo tienes muchos restaurantes donde probar las especialidades locales, como la famosa gamba de Palamós.
Ahora bien, a mí lo que más me gustó de Palamós son sus playas, como la Playa de la Fosca o Cala Castell, con aguas cristalinas y un entorno que combina naturaleza e historia en ambos casos. Te invito a seguir el sendero hasta ellas y disfruar de sus paisajes. ¡Son realmente bonitos!
En otro artículo te cuento qué ver en Palamós

Begur
Mientras, hacia el norte de Llafranc, tienes Begur, conocido por su casco histórico, su castillo y sus espectaculares calas de aguas cristalinas. El Castillo de Begur fue construido en el siglo XI y, aunque hoy solo quedan las ruinas, te permite disfrutar de las vistas panorámicas del litoral y del interior de la comarca.
Además, Begur conserva su legado colonial con elegantes casas de estilo indiano construidas por los emigrantes que hicieron fortuna en América en el siglo XIX y regresaron para dejar su huella en la localidad. Por último, las playas y calas de Begur son otro de sus grandes atractivos, con rincones paradisíacos como Aiguablava, Sa Tuna, Sa Riera y Aigua Xelida.

Dónde dormir en Llafranc
La segunda vez que estuve en Llafranc fue haciendo el GR92 desde Aiguablava. Por ello, me quedé a dormir en la localidad y lo hice en el Hotel Terramar. Está situado en primera línea de mar, así que desde la habitación tenía bonitas vistas a la playa. La decoración es moderna y funcional y tiene buenas instalaciones, como gimnasio y un restaurante donde se come de lujo.

Ya ves que hay muchas cosas que visitar en Llafranc y sus alrededores. A mí es un rincón que me gusta mucho y te lo recomiendo al 100% para hacer una escapada en solitario, recargar pilas y conocer un poquito mejor la historia de la región mientras disfrutas de un precioso entorno natural.
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